Leoneses se visten de luz

 

Tatiana Rodríguez Vargas

A sus 55 años, don José Francisco García vestido con una túnica blanca, participó en la procesión de San Benito de Palermo, en el municipio de León, traje que utilizó como símbolo de luz ante la oscuridad.

“Tuve un problemita, me reventaron la nariz y sangraba mucho, entonces mi mamá le pidió a San Benito y prometió sacarme vestido así todos los años, de ahí vengo pagando la promesa hasta que ya no pueda”, reveló García, quien asegura que tiene 34 años de ir vestido de luz.

Al igual que José Francisco, miles de devotos se reúnen en el Santuario Diocesano San Francisco de Asís, lugar que alberga la imagen de San Benito de Palermo, conocido cariñosamente como el “Santo Negro”.

Esta celebración se conmemora los Lunes Santo, a las 4:30 de la tarde sale del templo para iniciar el recorrido de aproximadamente 40 cuadras, el cual dilata unas cinco horas de peregrinación. Sin embargo, desde tempranas horas el Santuario es visitado por miles de devotos que barren la iglesia, camina de rodillas, encienden velas, participan de la Eucaristía y cumplen sus promesas.

“Es una herencia que hemos recibido de nuestros hermanos franciscanos, ciertamente se recibe en el Santuario una cantidad grande de peregrinos en este día, que vienen a dar gracias al Señor por la intercesión de San Benito por favores recibidos y otros que vienen a pedir un favor”, mencionó el Padre Luis Miguel Andrade, Vicerrector del Santuario.

El Padre Andrade relata que la vestimenta de los fieles es “porque los padres de San Benito fueron africanos y él es de color negro, eso no le impidió ser luz aún en medio de una sociedad que marginaba a hermanos nuestros que no eran de color claro. Es luz por su santidad”.

Recordó que el devoto de San Benito “no solo es el que venga a peregrinar, sino aquel que viendo el ejemplo del santo mire en ellas virtudes y traten de imitarles, al final es la verdadera devoción la que nos lleva a Jesucristo”.

Promesas cumplidas

Desde agradecimiento por favores recibidos hasta por la sanación del alma, los y las devotas se desplegaron por las calles. Unos pagando sus promesas vestidos de luz, otros descalzos, con los ojos vendados, barriendo y otros cargando su vela negra para encenderla al anochecer.

Un acto singular es la repartición de la tradicional chicha y panecillos, promoviendo la unión familiar para enaltecer al creador.

“Es una promesa de mi mamá, y todos los años la vengo a acompañar. La promesa no la sé porque no nos la contó, pero eso ni impide a que la vengamos a acompañar a la Iglesia”, compartió José Morán, quien repartía amenamente la bebida típica.

Desde el año 2008, la familia de Pastora Varela viaja de Managua a León para pagar la promesa de cuidar a su hijo.

“Es una promesa que hizo la abuelita del niño para que no siguiera convulsionando. Él es discapacitado, y nos convulsionaba, nos decían que se nos iba a morir a los siete años; él ahorita tiene 14 y seguimos viniendo con él”, contó emocionada doña Pastora.

Seguridad

Resguardando la seguridad y acompañando al pueblo en su religiosidad, así estuvieron los y las oficiales de la Policía Nacional de León, quienes brindaron protección a las miles de personas que participaron en esta tradición que data de 1924.

“Debemos garantizar que nuestro pueblo participe en las actividades religiosas y que nosotros le garanticemos esa seguridad y orden”, mencionó el Comisionado General Luis Fernando Barrantes, Jefe de la Delegación Policial de León.