Guicho, un joven que encontró paz en su corazón

Tatiana Rodríguez Vargas

Con apenas 14 años de edad, Luis Carlos Gutiérrez comenzó a tener conflictos con otros adolescentes y jóvenes del reparto granadino donde él habita. Su grupo se denominaba “agrupación de la 18” y sus contrincantes eternos eran los muchachos que conformaban los “chicos problema”, y cuando entraban en conflicto el reparto Julián Quintana se convertía en un infierno.

Doña Bertha González junto a la familia y amigos, llaman con cariño “Guicho”  a este joven protagonista, quien recibe de su madre cariño y apoyo, siendo ella misma la “pionera” para que Luis Carlos emprendiera un nuevo camino en su vida.

“Mi vida no era fácil, yo me empastillaba, los nervios se me alborotaban, me desmayaba, y miles de problemas”, menciona Bertha, quien aseguró que en realidad ella es la abuela paterna de Luis, pero lo crió desde que tenía un mes de nacido.

El amor de esta madre hacía lo posible y hasta imposible para que su retoño dejase el mal camino, “yo le pegaba a él y le decía, mira Guicho salité de esto, yo ya no soporto y un día que él se iba, le digo mira Guicho te me voy a poner de rodilla no vayas hijo, por favor le decía, no vayas papa te van a matar le decía”, rememoraba entre lágrimas doña Bertha.

La esperanza y la fe es lo último que se pierde, más cuando se es madre, y ese día de sol llegó, porque Luis reaccionó a esa humilde petición. “Y me puse a llorar ese día, y yo llorando ese día con ella, diciendo está bien madre, ya está viejita mi madre pero yo la quiero mucho, por ella hice todo este cambio”, dijo este joven que ahora tiene 23 años.

Del rencor a tolerancia

Físicamente Luis es un joven alto, delgado, de tez morena, aparentemente tranquilo, sin embargo asegura que no fue así hace dos años atrás, cuando el enojo hacía que su sangre hirviera cuando miraba a un rival.

“Pasamos casi un mes en pleitos, nadie podía dormir solo éramos pleitos, teníamos un rencor con los del otro lado, un rencor que nadie, nadie lo quería cambiar”, señaló este muchacho, que ahora es padre de una niña de dos años.

Su cambio positivo fue de 180 grados, por dos grandes razones, su madre que todos los días le pedía que cambiara y la mano amiga de la Policía Nacional.

Vino la oficial Sonia, el Inspector Jiménez a hablar con nosotros, que queríamos que nos compusiéramos, que no anduviéramos en pleitos”, sin embargo no fue tan fácil ese acercamiento por el recelo con la Policía, porque en dos ocasiones fue detenido por alteración al orden público.

Así lo sostiene la Sub Inspectora Sonia Noguera, quien actualmente es la especialista de la Dirección de Asuntos Juveniles en la ciudad de Granada, “Guicho era un joven muy rebelde, arrogante, que al principio se hablaba con él y no entendía los consejos, los sensibilizábamos, visitábamos a su mamá, a su familia y él no hacía caso”.

Pero la visita de los oficiales, como parte del trabajo preventivo dio sus frutos, “empezamos a venir al barrio, empezamos a sensibilizar a la familia, a los jóvenes, pues entendieron y principalmente Gicho y en la actualidad es el quien más nos apoya”.

Sentir que avala doña Bertha, al ver el cambio positivo que hizo su hijo, “gracias a Dios la Policía ayudó a que ellos hicieran las pases, todo fue por la Policía porque ellos ayudaron, ellos se movieron, ayudaron. A todos ellos los visitaron de casa en casa yo le doy gracias a Dios y a la Policía”.

Ahora las lluvias de piedra que caían en la vivienda de doña Bertha, y que un día se la desbarataron, quedaron en un mal recuerdo, gracias a las diversas acciones policiales que se ejecutan ahí, logrando ser sembradores de la semilla de un nuevo camino para la vida de los jóvenes.